La palabra es poderosa, pero la acción lo es más.
Tal vez por la afortunada educación que recibí de mis padres (y mi colegio) desde pequeña me he interesado por el impacto humano en el medio ambiente. Y el reciclaje siempre pareció ser una opción al alcance de mi mano: el poder y la libertad de decidir en qué lugar de la basura colocar un objeto particular.
Cuando tenía como ocho años, además de dibujar carteles promoviendo el cuidado de la naturaleza (los carteles nunca salieron de mi cuarto), intenté hacer papel reciclado: una fragil estructura rugosa, más gruesa que una moneda, de la cual aún guardo un pedazo. Por muchos años esa fue mi única experiencia, más allá de las palabras, con el reciclaje.
Hace unas semanas, sin embargo, colaboré con el equipo encargado del reciclaje en la Oregon Country Fair, una feria artesanal de Oregon. Y después de estar por horas separando botellas retornables para poder empacarlas en sus respectivas cajas, empecé a comprender la importancia y la responsabilidad que el ciudadano corriente tiene al reciclar correctamente su basura.
Al mismo tiempo, después de tres días de empacar las botellas en cajas, empacar las cajas en montones, que a su vez iban, uno a uno, llenando el interior de una tractomula, empecé a cuestionarme la magnitud del desperdicio que nuestra sociedad de consumo genera.
Yo siempre me había acercado a este problema a través de las palabras de otros. Pero las palabras nunca me hicieron sentir lo que sentí al caminar por el interior de una tractomula llena, de pared a pared y hasta el techo, con torres de cajas de botellas y bolsas de latas. Ahora sé que mis palabras no podrán tener en ustedes sino un efecto parcial. Pero espero que al menos despierten una inquietud.
P.S. Esta canción la cantó una chica del equipo de reciclaje, durante una noche de feria en la que nos reunímos a charlar al rededor de una fogata.
"(...) Garbage (garbage, garbage, garbage) Garbage!
We're filling up the sea with garbage (garbage. . .)
What will we do when there's no place left
To put all the garbage? (garbage. . .)"
Friday, July 24, 2009
Saturday, June 27, 2009
El poder de la palabra
Uno.
Hace más o menos dos meses me dió un resfriado.
Pasaron los días y aunque yo me sentía mal, ni mis amigos, ni mis jefes, ni yo, nos preocupamos. Era un resfriado.
Hasta que un día me levanté casi sin poder respirar y decidí ir al servicio médico. Y allí le cambiaron el nombre: neumonía leve. De inmediato, mis amigos, mis jefes y yo, nos preocupamos. Y al día siguiente no fui a trabajar (a pesar de sentirme ya mejor).
Dos.
En un libro llamado "Este frío cielo", Gretel Ehrlich cuenta cómo en el siglo XVIII el rey de Dinamarca, en un intento por agrietar la cultura de los nativos de Groenlandia, patrocinó a un sacerdote noruego de nombre Egede para que predicara el Cristianismo. Una de las principales estrategias del sacerdote consistió en transformar la palabra "toorianaarsuk" (espíritu) en un juramento: "condenado". Según Gretel, los descendientes de este pueblo dicen que tal acción no tuvo sentido, pues los Groenlandeces, para demostrar su desapruebo, no sueltan juramentos. Callan.
Tres.
Eduardo Galeano visitó Seattle para hablar de su último libro, titulado "Espejos". Al principio me parecía todo como irreal, un poco como si lo estuviera viendo en televisión o en la pantalla del computador. De repente, Galeano empezó a leer en Español los fragmentos de su libro. Ahí se me salió una lágrima: finalmente, estaba oyendo hablar a Eduardo Galeano.
Coda.
Gracias a los que me hacen escribir. A los que me lo dicen. A los que me leen. También a los que son invisibles.
Hace más o menos dos meses me dió un resfriado.
Pasaron los días y aunque yo me sentía mal, ni mis amigos, ni mis jefes, ni yo, nos preocupamos. Era un resfriado.
Hasta que un día me levanté casi sin poder respirar y decidí ir al servicio médico. Y allí le cambiaron el nombre: neumonía leve. De inmediato, mis amigos, mis jefes y yo, nos preocupamos. Y al día siguiente no fui a trabajar (a pesar de sentirme ya mejor).
Dos.
En un libro llamado "Este frío cielo", Gretel Ehrlich cuenta cómo en el siglo XVIII el rey de Dinamarca, en un intento por agrietar la cultura de los nativos de Groenlandia, patrocinó a un sacerdote noruego de nombre Egede para que predicara el Cristianismo. Una de las principales estrategias del sacerdote consistió en transformar la palabra "toorianaarsuk" (espíritu) en un juramento: "condenado". Según Gretel, los descendientes de este pueblo dicen que tal acción no tuvo sentido, pues los Groenlandeces, para demostrar su desapruebo, no sueltan juramentos. Callan.
Tres.
Eduardo Galeano visitó Seattle para hablar de su último libro, titulado "Espejos". Al principio me parecía todo como irreal, un poco como si lo estuviera viendo en televisión o en la pantalla del computador. De repente, Galeano empezó a leer en Español los fragmentos de su libro. Ahí se me salió una lágrima: finalmente, estaba oyendo hablar a Eduardo Galeano.
Coda.
Gracias a los que me hacen escribir. A los que me lo dicen. A los que me leen. También a los que son invisibles.
Sunday, January 04, 2009
Cuando no puedo dormir, sueño.
"estos son momentos durosTener Coraje - Hotel Mama
(...)
es mejor tener coraje,
preferible a que nada pase"
Hoy escribo porque hay noches en que no puedo dormir.
¿Será por tomar café a horas que no debo? Si, pero eso no es todo. Hay noches en que no duermo porque no puedo parar de pensar.
¿Pensar en qué?
No lo sé bien. Sólo sé que tiene que ver con países y con diferencias, con pobreza e injusticia. Tiene que ver con oir a mis profesores estadounidenses hablar sobre las impresiones que les dejó su viaje a Calcuta (India). Tiene que ver con oir hablar del “tercer mundo” cuando yo soy de un país del tercer mundo. Tiene que ver con leer este blog sobre un estadounidense visitando las zonas más pobres de Bogotá.
Tiene que ver con que no puedo dormir sabiendo que estas diferencias existen. Pero por más que pienso no llego a ninguna conclusión. En lugar de dormir, me pongo a soñar soluciones. Y como estoy despierta me doy cuenta que tal vez son sólo eso, sueños. Entonces vengo a escribir, me siento frente a esta pantalla e igual no sé nada. Sin embargo, mientras doy vueltas en mi cabeza para poner en palabras esta tristeza, este dolor de humanidad, me encuentro en la página de un amigo este video con un texto de Eduardo Galeano, que comienza:
"Aunque no podemos adivinar el tiempo que será, sí que podemos imaginar el que queremos que sea."
Por ejemplo, “la educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla”.
Y vuelvo a colocar el video aquí, porque por ahora no se me ocurre otra cosa que imaginar el futuro que quiero que sea, confiar en que no soy la única que lo imagina y tener coraje para -aunque no se llegue- al menos apuntar hacia ese futuro.
P.S. Hablando sobre Calcuta, mi mamá me recomendó que leyera "La Ciudad de la Alegría" de Dominique Lapierre. Habrá que buscar el libro.
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