Intemporal
(Del lat. intemporālis).
1. adj. Que está fuera del tiempo o lo trasciende.
DRAE
Es domingo en la noche y estoy en mi apartamento. Cierro los ojos y respiro. Trato de recordar.
Sentir la brisa, el aire fresco y tibio, el silencio.
El murmullo de las flores silvestres, hermosas en su libertad.
Los gatos caminando por la casa, el aleteo de un ave que cruza sobre el patio. Y las tazas de café en la mesa al final del día.
Irena acaba de salir a su trabajo y antes que la tarde se enfríe, decido quitarme los zapatos y caminar descalza por el jardín. La idea que Estocolmo se encuentra a unos minutos de distancia me resulta extraña. Es como estar en una burbuja del tiempo, donde lo que dejé en Seattle es irreal y lo que será de mi viaje, impreciso.
Una burbuja fuera del tiempo, exactamente dos meses atrás en mi pasado.
Sunday, August 19, 2007
Wednesday, August 01, 2007
Fresas
Después de recogerme en el aeropuerto, Irena me llevó al supermercado. Todo el mundo parecía muy serio y quizás “amigable” es una de las últimas palabras que usaría para describirlos; extraño contraste con la hospitalidad de los Suecos que tuve la oportunidad de conocer más adelante en persona .
Ahora bien, el supermercado tenía una sección increíble de quesos, muy distinta a la escasa selección a la que me he acostumbrado desde que estoy viviendo en Seattle (queso tipo americano, queso mozarella tipo americano, queso chedar tipo americano). Bueno, estoy exagerando un poco, en algunos lugares de Seattle sí se consigue queso no-americano; digamos que me refiero al la oferta de los grandes supermercados.
La variedad de quesos y panes la esperaba. Lo que no esperaba era el sabor de las fresas. Cuando llegamos a casa Irena sirvió unas fresas pequeñas, redondas y de color rojo un poco oscuro, y aquí viene lo difícil de describir: no es que las fresas fueran más dulces que las que conozco, sino que sabían más a “fresa”, como si tuvieran el sabor concentrado. Irena me preguntó qué pensaba de las fresas, y yo le respondí que aunque eran más pequeñas, el sabor era mucho mejor que el de las fresas de Estados Unidos; Irena habla poco inglés, pero su respuesta fue bastante diciente: “american? chemicals, chemicals”
Ahora bien, el supermercado tenía una sección increíble de quesos, muy distinta a la escasa selección a la que me he acostumbrado desde que estoy viviendo en Seattle (queso tipo americano, queso mozarella tipo americano, queso chedar tipo americano). Bueno, estoy exagerando un poco, en algunos lugares de Seattle sí se consigue queso no-americano; digamos que me refiero al la oferta de los grandes supermercados.
La variedad de quesos y panes la esperaba. Lo que no esperaba era el sabor de las fresas. Cuando llegamos a casa Irena sirvió unas fresas pequeñas, redondas y de color rojo un poco oscuro, y aquí viene lo difícil de describir: no es que las fresas fueran más dulces que las que conozco, sino que sabían más a “fresa”, como si tuvieran el sabor concentrado. Irena me preguntó qué pensaba de las fresas, y yo le respondí que aunque eran más pequeñas, el sabor era mucho mejor que el de las fresas de Estados Unidos; Irena habla poco inglés, pero su respuesta fue bastante diciente: “american? chemicals, chemicals”
Subscribe to:
Posts (Atom)